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martes, 30 de junio de 2015



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Leonardo Da Vinci,de pintor a músico


Conocíamos la faceta de artista e inventor de Leonardo da Vinci, pero no la de músico. Y eso que sabemos que ingenió algunos instrumentos musicales como la viola organista, que nunca había sido construida anteriormente hasta que en 2013, unos 500 años después de su invención, el músico Slawomir Zubrzycki la recreó y la hizo sonar en un concierto en la Academia de la Música de Cracovia.

Pero la cosa no queda aquí. Un grabado de unos 500 años de antigüedad puede mostrar a Leonardo da Vinci tocando un instrumento musical italiano llamado lira da braccio. Si esta información se verifica, podemos estar ante una de las tres únicas representaciones que existen de Leonardo elaboradas durante su vida.

El grabado fue creado por un artista llamado Marcantonio Raimondi en 1505. Sin embargo, ha sido recientemente cuando Duffin Ross, un profesor de música en la Universidad Case de Western Reserve en Cleveland, ha identificado al hombre del grabado como Leonardo da Vinci, según se publica en la revista Cleveland Art.

Según la opinión de Martin Kemp, profesor emérito de Historia del Arte en la Universidad de Oxford y especialista en la vida del genio renacentista, la hipótesis de Duffin es totalmente viable.

Cuando el grabado llegó al Museo de Cleveland en 1930, formando parte de una colección de Arte, los estudiosos pensaron que el hombre representado era Orfeo, un músico de la mitología griega que se decía que era tan talentoso que podía encantar a los animales con su música. Así, el grabado fue denominado como "Orfeo encantando a los animales".

Sin embargo, Duffin se dio cuenta de que era poco probable que aquella persona fuera Orfeo, se trataba más bien de Leonardo da Vinci. Apoya su hipótesis en que, durante el Renacimiento, Orfeo era representado como un joven bien afeitado. Sin embargo, el hombre del grabado se representa como de edad más avanzada, con barba y con rizos largos en la parte baja de su cabellera. Para Duffin, Marcantonio Raimondi representó al artista cuando rondaba los 50 años de edad.

El especialista comparó el grabado con un retrato de da Vinci pintado por Francesco Melzi en 1506, cuando contaba con unos 54 años, en el que se muestran muchas similitudes físicas. El retrato de Melzi muestra a un hombre con barba, largos rizos, un pequeño golpe en la nariz y una cresta en la ceja.


Lo más revelador del grabado, sin embargo, es que el hombre se muestra tocando un instrumento musical, que Duffin ha identificado como una lira da braccio, un instrumento de cuerda frotada.


En 1550, unas décadas después de la muerte de da Vinci, el historiador Giorgio Vasari escribió sobre la gran habilidad musical que poseía Da Vinci, que fue llevado ante el duque de Milán e hizo sonar una lira hecha con sus propias manos. Exageraba, quizás, cuando indicó que él sólo superaba a todos los músicos que habían ido juntos a tocar.

Los problemas que la identificación plantea son de tiempo y lugar. Si, por lo que se sabe, Marcantonio estaba trabajando en Bolonia en esta época, cómo pudo reunirse con Da Vinci. Según Duffin, es probable que se encontraran en Milán, entre 1506 y 1507, durante la representación de alguna opera del mito de Orfeo. Si es así, puede darse el caso de que incluso el propio Leonardo participase en la obra.


Otra posibilidad es que los dos artistas se conocieran en 1509 durante la visita de Leonardo a Florencia o, tal vez, nunca se llegaron a ver y Marcantonio usó algún retrato suyo como referencia. A saber.























DISEÑO GENÉTICO O JUGAR A SER DIOSES...




La disolución de fronteras es el reto de este pionero del 'bioart'


Eduardo Kac diseña complejidades físicas y relacionales que vuelven imposibles las fronteras que separan lo real de lo virtual, lo biológico de lo tecnológico. 


Muchos de los artistas que trabajan alrededor del discurso de la ciencia y el desarrollo tecnológico, lo más interesante no es lo que la tecnología nos permitirá hacer, sino lo que ella nos hace a nosotros; de qué manera nos cambia y cómo proyectamos sobre ella nuestros deseos, miedos y esperanzas. 

En 1999 no había una tecnología tan simbólica -y tan terrorífica- como la transgénica. Tres años antes, el instituto real de Escocia había presentado ante el mundo a Dolly, el primer mamífero clonado, creando un debate internacional sobre los conflictos éticos que se abren al poder duplicar organismos.


Eduardo Kac (Río de Janeiro, 1962), un artista brasileño afincado en Estados Unidos que había realizado un trabajo pionero sobre el concepto de telepresencia -la comunicación “corpórea” a distancia a través de redes de comunicación-, abre el debate acerca de las implicaciones artísticas de la era genómica. Ahora que podemos manipular la materia original de la vida es necesario que ésta se convierta también en código para el arte.

Entre el arte y el sensacionalismo

Génesis, de 1999, su primera incursión en este territorio, es una declaración de principios sobre la posición del artista en esta encrucijada: el artista traduce a Morse y después “escribe” en una cadena genética un versículo de la Biblia: “Que el hombre domine a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra”. Al año siguiente, Kac inicia el proyecto que le otorga fama mundial y origina una polémica sensacionalista que rivaliza en impacto con la oveja Dolly. Es la historia de Alba, el conejo fluorescente.