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viernes, 28 de noviembre de 2014








EL INFRAMUNDO DE TEHOTIHUACÁN



El túnel se encuentra bajo el Templo de Quetzalcóatl o de la Serpiente Emplumada en uno de los extremos de Teotihuacán a unos 18 metros de profundidad, precisó el jefe del proyecto "Tlalocan, Camino bajo la tierra”. 



Teotihuacán es una ciudad prehispánica (150 ac - 650 dc) ubicada a unos 50 kilómetros al noreste de la capital mexicana que llegó a ser una de las más grandes en el mundo antiguo con una extensión de unos 20 kilómetros cuadrados y más de 100.000 habitantes.

El túnel fue descubierto en 2003, pero pasaron nueve años para que los expertos llegaran hasta el final, tras extraer manualmente unas 950 toneladas de tierra y piedras que los teotihuacanos utilizaron para sellar el camino que representaba el inframundo para esta cultura.



En las excavaciones se utilizó tecnología de punta: georradares, escáner láser y dos robots, el Tlaloque I y Tláloc II, los cuales fueron construidos por Hugo Guerra, un estudiante de Mecatrónica del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

El túnel comienza a quince metros de profundidad pero desciende hasta los 18 metros al final, donde hay tres cámaras en las que han sido halladas numerosas ofrendas de tipo ceremonial.



En total, más de 50.000 piezas de todo tipo, entre piedras de jade, conchas y caracoles marinos, cerámica, esculturas y diversas figuras, semillas de diversas plantas, pelotas de hule, restos óseos de aves y felinos, así como objetos de madera en perfecto estado.



Gómez indicó que los estudios con carbono 14 han determinado que este pasaje subterráneo funcionó entre principios de nuestra era hasta el años 250 después de Cristo, antes de que se construyera la ciudadela de Teotihuacán.

En el túnel se colocaban las ofrendas importadas desde las costas del Golfo de México y del Caribe, como son los "grandes caracoles de hasta 60 centímetros, cuentas de jade de Guatemala, pelotas de hule de las zonas tropicales, así como cerámica de diversas zonas del actual territorio mexicano", dijo.


También se encontraron unas 15.000 semillas de tuna, jitomate, maíz y restos de flores de calabaza, "que muestran la variedad de la flora que consumían los pueblos prehispánicos de principios de nuestra era", apuntó.

El arqueólogo señaló que conforme avanzaban por la estructura fueron confirmando diversas hipótesis sobre el carácter ceremonial de toda la ciudadela, como una representación de los grandes mitos de la creación entre los antiguos pueblos. Dijo que este túnel había sido construido para representar "su visión del inframundo con montañas, cielo estrellado y ríos que lo cruzaban".

Según la mitología de los teotihuacanos, los ritos más importantes se realizaban bajo tierra, debido a que la Serpiente Emplumada recuperó ahí sus huesos humanos, nacieron los hombres y se inició el tiempo.



Asimismo, los especialistas creen que en los túneles del inframundo se desarrollaban los rituales de transmisión de poderes entre los gobernantes, por lo que consideran que los restos de los altos jerarcas se depositaban en este lugar.


La cueva es la entrada al inframundo (y, por lo tanto, una cámara funeraria), pero también es el acceso al vientre de la tierra o la boca del monstruo terrestre.

Introducción Muchos pueblos han equiparado los huecos en la corteza terrestre con la matriz femenina donde se gestan los nuevos seres. El mundo subterráneo también fue concebido como escenario de tránsito del sol muerto, oscuro, de occidente a oriente, con el fin de brillar de nuevo. Así, vida y muerte se articulan en los espacios del inframundo. La cueva tuvo para los pueblos prehispánicos una pluralidad de significados: refugio, sitio de habitación, boca o vientre de la tierra, inframundo, ...

La Pirámide de la Serpiente Emplumada buscaba representar lo celeste, la tierra y el inframundo para los teotihuacanos. Este túnel es una representación metafórica de la concepción del inframundo; en las paredes incrustaron materiales metálicos molidos para simular las estrellas y construyeron dos cámaras laterales donde depositaron ofrendas, posiblemente para sus gobernantes.

EL PUNTO OMEGA O LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA






Teilhard de Chardin fue un sacerdote jesuita. Fue un científico, paleontólogo y teólogo muy conocido en la Iglesia Católica a mediados y fines del siglo pasado.

Su pensamiento se centró principalmente en la superación del dualismo entre materia y espíritu. Asumió la teoría de la evolución como una de las nuevas conquistas de la ciencia moderna, adaptándola, a su vez, a la concepción de una teología revelada.

Teilhard se esforzó por mostrar que el universo total, tal como lo conocemos en la actualidad, gravita hacia la dimensión mas allá de sus configuraciones materiales, a saber, hacia una realidad que es “espíritu”.

Sus viajes continuos al Oriente, especialmente a la China, Japón e India influyeron profundamente su pensamiento tanto religioso como científico. En la China (1922-29) hizo importantes descubrimientos paleontológicos; en la India conoció y fundó la religión hindú que despreciaba el mundo por amor al Nirvana; y en Japón valoró sobremanera el altísimo sentimiento de solidaridad colectiva de esta cultura.

Sus mayores conclusiones después de estudiar la naturaleza de universo a través de su ciencia fueron:
Que la evolución del universo era de naturaleza “convergente”. Es decir, que todo este universo esta dirigido hacia un fin supremo.

Dicha convergencia hacia una unidad trascendental es de naturaleza espiritual.

Que esa materia (el universo) espiritualizada debe ser “consciente” y “personal” en grado sumo.

Para Chardin, la materia, la vida y el ser humano en general, forman un bloque solidario. Es lo que el denominó como la “cosmogenesis”, o génesis del mundo.

En una “cosmogenesis” de tipo convergente, el nacimiento del espíritu necesita la estructuración de la materia. Y mas adelante enfatiza que cuanto mas compleja es la estructuración de la materia en los organismos superiores, como por ejemplo, el Ser humano, la presencia del espíritu es mas patente. En otras palabras, tanto lo espiritual como lo material no son mas que dos caras de la misma realidad.

El mundo, dice Teilhard, esta en cosmogenesis, y el nacimiento de la vida o “biogénesis” es el siguiente paso de este magno movimiento universal. La aparición de la complejidad de la vida se manifiesta a través de sistemas cerrados cada vez más complejos, centrados e interiorizados.

La aparición del ser humano en el nacimiento de la vida o biogénesis es para Teilhard un “fenómeno”. A este fenómeno lo ha designado con el término de “hominización”. La vida se hominiza, y en esto consiste precisamente el salto cualitativo que nos diferencia de los animales. El animal sabe, pero no sabe que sabe. El ser humano, en cambio, sabe que sabe, hasta tal punto que ha llegado a ser capaz de tomar su propio pensamiento como objeto de reflexión. El hombre ha pasado del “homo Faber” al “homo sapiens-sapiens”.

Llegados así a la mas alta complejidad de la materia como es la inteligencia, Teilhard de Chardin acumulará un nuevo término que será toda una innovación tanto para el mundo científico como para el filosófico y teológico respectivamente. Personalmente este nuevo concepto lo encontré ¡fascinante! Veamos como lo explicamos:

La existencia tanto de la atmósfera terráquea como su biosfera, son como dos capas que nos envuelven. La atmósfera envuelve a la biosfera, sin ella, la vida seria imposible. Ahora bien, la biosfera, a su vez, envuelve a la “noosfera” que es como la zona del pensamiento reflexivo. Por lo tanto, todos aquellos que viven una vida intelectual pasan a vivir en esta dimensión psíquica, muy diferente a la meramente orgánica y animal.

Resumiendo: la materia en determinadas condiciones de complejidad, tiende a vitalizarse; la vida en idénticas condiciones, tiende a homogenizarse. De la “cosmogenesis” pasamos a la “biogénesis” y de esta a la “noosferera” o nacimiento de la inteligencia reflexiva.

Teilhard de Chardin también tuvo que enfrentarse con la teoría sobre el origen del hombre de Charles Darwin. En sus estudios paleontológicos, por supuesto, jamás encontró el “eslabón perdido” llamado semihombre o semi-simio, puesto que este no fue el objeto o meta suprema de sus investigadores.

Todo lo contrario, a semejanza de Nietzsche, buscó siempre el súper hombre llamado, por el mismo, “el ultrahumano”. Y esto calzo perfectamente con su teoría del universo convergente, a saber, en que es más importante el futuro que el pasado. Del pasado es “prácticamente” imposible reconstruir toda la verdad que uno busca, puesto que las evidencias ya no existen o si existen son escasas y limitadas para brindar toda la información que nos solicita.

Por esto mismo, Chardin se nos convierte en una especie de profeta. Dice textualmente; “el hombre debe superarse, ahora bien, la humanidad, concentrándose sobre si misma, por medio de la socialización, en dirección a ‘Omega’, su centro de convergencia tiende hacia un estado superior, el Ultrahumano”.

¿A que tipo de ser humano se refiere Teilhard de Chardin?

En primer lugar, a un ser humano responsable del Planeta Tierra y por ende, de sí mismo, un ser que viva mejor la dialéctica de su libertad y que sea, a su vez, hijo de la tierra e hijo del cielo; un ser mas moralizado no solo individualmente, sino también colectivamente; a un ser humano que trabaje mas para producir mas y contribuir así al progreso de la ciudad temporal, y a un ultrahumano mas pensante y mas espiritualizado por el amor, puesto que todo, dice Chardin, se mueve hacia un punto personal, que es la fuente y origen de todas las energías teológicas del cosmos. Esto, es el “Punto Omega”, llámelo usted Dios, Jesucristo, Alá u otra divinidad.