Incluso dentro de una biblioteca de libros prohibidos hay manuscritos especialmente peligrosos. Uno de estos volúmenes de locura y obsesión es El Rey Amarillo (The King in Yellow).
El libro fue perseguido con tal celo que no han sobrevivido copias reales, sino fragmentos y notas sueltas. Sin embargo, la leyenda sostiene que El Rey Amarillo ha transformado su fisionomía, se ha vuelto más sutil, más etéreo, casi indetectable. La única forma de acceder a sus páginas es través de los sueños y las pesadillas de un reducido grupo de alucinados.
El autor de El Rey Amarillo continúa en un perfecto anonimato. Poco se sabe sobre él; solo que se suicidó al finalizar el libro en 1889.
El título del libro es solo tentativo. Su autor no lo llama de ninguna forma en particular. Se lo conoce como Rey Amarillo a causa de una ilustración terrible y sugestiva; un símbolo dorado en el que algunos creen ver a una criatura extraterrestre y otros a un viejo dios olvidado. Esta ilustración normalmente se conoce como el Signo Amarillo.
El libro consta de dos partes. La primera nos advierte sobre las consecuencias de leer la segunda. Todo aquel que se demore en sus páginas -advierte- está condenado al goce exquisito de perder la cordura y sufrir un destino horrible.
El libro del Rey Amarillo es, desde luego, una leyenda, un libro apócrifo imaginado por Robert W. Chambers. Para otros, no se trata de una leyenda en absoluto, sino de un ideal arquetípico en el que abrevaron muchos grandes maestros del horror.
Por ejemplo, el libro detalla regiones misteriosas como Carcosa, Hastur, y el Lago de Hali. Ninguno de estos nombres pertenecen a la cosecha de R.W. Chambers, sino al "imaginario" de Ambrose Bierce.
R.W. Chambers tomó la leyenda del rey amarillo y acto seguido la integró a una antología cuya composición se basó en eventos oníricos, pesadillas y alucinaciones nocturnas. El rey amarillo (The King in Yellow) de Chambers apareció publicado en 1895. Todos los relatos se ajustan al estilo de su autor, salvo uno, que parece extraído de alguna vieja pesadilla colectiva, llamado El signo amarillo (The Yellow Sign).
Pero la leyenda del libro y sus horrores no finalizan con R.W. Chambers y Ambrose Bierce. A mediados de los años '20, H.P. Lovecraft volvió a convocar al Rey Amarillo para su relato El que susurra en la oscuridad (The Whisperer in Darkness).
¿Pero de qué trata la obra de Chambers exactamente?
Pues bien, El Rey de Amarillo es un libro de cuentos fantásticos que habla de un libro prohibido llamado precisamente El Rey de Amarillo, claro antecedente del Necronomicón, sólo que en forma de obra de teatro, no de grimorio maldito. Este esquivo y maligno libro aparece y desaparece de forma misteriosa a lo largo de toda la obra, sirviendo así de elemento unificador de los cuentos. Su lectura engendra extraños sueños, provoca la locura o desencadena espantosas tragedias. Es un libro que habla de un remoto pasado, de un terrible y extraño rey, de ciudades fantásticas, estrellas negras y mundos perdidos que orbitan alrededor de soles gemelos… Las cosas descritas en sus páginas son tan horribles e inhumanas que el libro es prohibido en varios países, confiscado por las autoridades, perseguido por la Iglesia e incluso censurado por la prensa y los escritores de vanguardia, aunque todos coinciden en que no es posible juzgarlo según las normas humanas convencionales. Aún así, el libro siempre se las arregla para acabar en casa del personaje desdichado de turno. A partir del momento en el que el personaje lo lee, todo está perdido… ¿El Necronomicón? ¡Bah, eso es un cuento para niños! ¡Temblad ante el poder del Rey de Amarillo!
Chambers no sólo influyó considerablemente a Lovecraft a la hora de concebir libros prohibidos que hablan de pasados remotos y malignas entidades extraterrestres, sino también con su estilo literario, indirecto y oscuro, abundante en alusiones misteriosas y elipsis. Chambers nunca te dice claramente cuál es el argumento de El Rey de Amarillo (el original), pero te permite vislumbrarlo… la imaginación del lector, sobreexcitada por su sugestiva prosa, hace el resto.
Con frecuencia, sus historias pueden interpretarse de formas muy distintas, según el humor de cada cual. Las hay ambientadas entre la bohemia de París, en una Bretaña fantástica relacionada con la leyenda de Ys, o incluso en la América del futuro (es interesante ver cómo son según Chambers los Estados Unidos de 1920, que para él son el futuro, en el relato El Reparador de Reputaciones). Pero en ellas siempre predomina la melancolía y la desolación, la sensación ominosa de que algo terrible está a punto de ocurrirles a sus personajes, con frecuencia protagonistas de amores desdichados… Antes de que se haga con un ejemplar de esta obra maldita, le advertimos al lector que el influjo que ejerce El Rey de Amarillo es notable. Si uno es un tipo sensible dotado de imaginación, puede llegar a tener la impresión de que el libro le está hablando a él… y eso no es algo que ocurra con muchos libros. Los relatos que conforman esta obra hunden sus raíces en las oscuras profundidades del inconsciente colectivo, donde habitan extrañas entidades y terrores sin nombre, el misterio de las Híades y la Máscara Pálida…
Robert W. Chambers era un diletante excéntrico y acaudalado que tenía su casa llena de armaduras medievales, antigüedades orientales y alfombras raras (en sí mismo un personaje, y el modelo de caballero escritor al que aspiraba Lovecraft). No sabemos de qué artes oscuras se sirvió a la hora de escribir su libro, pero el resultado fue una obra maestra cuya prosa está más allá de las leyes espaciotemporales normales. El Rey de Amarillo está considerado con razón el libro más importante de la ficción fantástica norteamericana entre Edgar Allan Poe y el boom del pulp del siglo XX, aunque fue Lovecraft quien ayudó a sacarlo del olvido, y probablemente ni habríamos oído hablar de esta obra en España de no ser por el interés que mostró por ella el maestro de Providence. Chambers siguió escribiendo a lo largo de varias décadas, alternando ficción fantástica con novela histórica, pero nunca pudo superar esta joya maligna publicada al comienzo de su carrera. Para que se hagan una idea de su inquietante contenido, finalizaré esta reseña impía que nunca debería haber visto la luz con esta transcripción del principio de la obra, un extracto del libro prohibido:
Rompen las olas neblinosas a lo largo de la costa,
los soles gemelos se hunden tras el lago,
se prolongan las sombras
en Carcosa.
Extraña es la noche en que surgen estrellas negras,
y extrañas lunas giran por los cielos,
pero más extraña todavía es
la perdida Carcosa.
Los cantos que entonarán las Híades
donde flamean los andrajos del rey,
deben morir inaudibles en
la penumbrosa Carcosa.
Canto de mi alma, se me ha muerto la voz,
muere, sin ser cantada, como las lágrimas no derramadas
se secan y mueren en
la perdida Carcosa.
Canto de Cassilda en El Rey de Amarillo
Acto 1º, escena 2ª.