ISABEL PANTOJA VICTIMA DE UNA SUPUESTA MALDICIÓN GITANA
El inicio de una antigua maldición gitana
La conocida cantante española de origen gitano Isabel Pantoja, fue condenada en abril de 2013 a dos años de prisión y a una multa millonaria por haber blanqueado continuamente capital público. La sentencia de la Pantoja fue debido al “caso Malaya”, el mayor escándalo de corrupción urbanística en España, lo que la ha convertido en uno de los casos más mediáticos de los últimos tiempos.
Pero aunque parezca sorprendente, no es por este motivo que la cantante está siendo noticia en los principales medios de comunicación españoles, más bien por las inusuales desgracias que parece estar sufriendo desde hace años. La también conocida como la “viuda de España”, he tenido controvertidos romances, ha fracasado en innumerables negocios, ha dejado de ser la gran cantante que encandilaba a toda España, tiene deudas millonarias con el estado, con un hijo que fracasa constantemente a nivel laboral y sentimental, grabes problemas con su hija adoptiva, dos nietos a los que casi no ve y mucha gente viviendo de sus ingresos. ¿Pero cuál es el origen de tanta desgracia?
Según el conocido escritor e investigador Fernando Gracia, el origen de las tragedias de Isabel Pantoja está en la cantante española fallecida Lola Flores (1923-1995). Conocida internacionalmente como la Faraona, Lola Flores fue un cantante de copla, flamenco, bailaora y actriz española, considerada por muchos como “una religión”.
Pero para entender el origen de esta supuesta maldición tenemos que trasladarnos a los años 80, cuando Lolita, hija de Lola Flores, debutaba como cantante en la sala Florida Park, Madrid. Antes de su aparición pública, se presentó Isabel Pantoja con Paquirri, su pareja sentimental en ese momento. Paquirri, un torero español que murió por una cornada en una plaza de toros el 26 de septiembre de 1984, había roto con Lolita. Este detalle significó para Lola Flores una falta de respeto para su persona y para su hija, lo que para muchos fue más que suficiente para “lanzarle” una verdadera maldición que perdurara hasta nuestros días.
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