El Cerro del Muerto, una historia viva
Matilde Arteaga
El Cerro del Muerto en Aguascalientes, es un misterioso
monte viviente que nos llama la atención por su magnética presencia. Nos rodea
con su esencia poderosa, por todas las calles y avenidas “nos sale” al paso y nos encuentra, recordándonos que es el
Viejo Guardián del Valle, como yo lo nombré.
Pareciera un gigante dormido cuyo sueño acarician las
nubes y en su frente parece que se posan algunos ángeles todas las tardes, minutos
antes de que el Sol se esconda entre sus manos y nos diga adiós el viejo día de
hoy, para dar paso a la noche y la proximidad del nuevo día, inédita
oportunidad para todos.
Aguascalientes tiene un encanto especial, es un luga
mágico, lleno de vibraciones y de portales a otras dimensiones, como lo
demuestra claramente la visita de los monjes budistas hace varios años.
En ese tiempo, los tibetanos dijeron que en el Cerro del
Muerto había una puerta energética hacia el Tíbet porque curiosamente o coincidentemente,
el Cerro desemboca por así decirlo, al Tíbet y ellos vinieron a hacer una
ceremonia en ese portal hacia su propia y misteriosa tierra, al otro lado del
Globo pero que según ellos comentaron, se encuentra justo bajo Aguascalientes…
La visita fue en la década de los noventas y los monjes
visitantes trajeron un mensaje de paz a nuestra ciudad, pero también invitaron
a las personas para que acudieran a la ceremonia que realizaron en el Cerro del
Muerto, en donde según expresaron, visitaron la puerta energética que conduce
al Tíbet. ¡Increíble! ¿No?
Sin embargo, en esta montaña que según dice la leyenda,
reposa un viejo dios gigante, cuya silueta se recorta todas las tardes, se ven
los más espectaculares amaneceres y atardeceres del mundo y los aguascalentenses
somos realmente privilegiados por tener esa hermosa vista que como estampa se
retrata en el horizonte de la ciudad y nos acompaña día tras día con su
misterio y su encanto.
Mitos, realidades y leyendas se entretejen para hacer una
historia única de este lugar maravilloso, misterioso y lleno de especies que
deben ser protegidas, capítulo aparte, pues aún en sus alturas sobrevuela el
águila real, especie en extinción y que aún se puede ver en nuestro Estado.
Nuestro emblemático cerro también guarda la entrada o
salida de las “Cuevas de Juan Chávez”, pasadizos que recorren toda la ciudad de
Aguascalientes y que forman parte de las leyendas del famoso bandido de quien
se dice, enterró todos sus tesoros en este cerro, hasta donde llegaba a
esconderse después de sus correrías y fechorías por toda la región y
específicamente por Aguascalientes.
Cuentan las viejas consejas que a quienes van al cerro en
busca de descubrir el tesoro que Chávez dejó escondido, una voz cavernosa les grita: “¡todo o nada!”,
cuando intentan sacar una parte de los bienes que el bandido escondió en este
sitio.
Se dice que muchos
fueron a buscar el tesoro y jamás volvieron pues como no pudieron sacarlo todo,
sucumbieron adentro de la cueva por su ambición y presa de los espíritus que
resguardan celosamente estas fortunas.
Muchas son las leyendas que se entretejen a la sombra del
magnífico coloso que vela el sueño de nuestra antigua Ciudad, por eso, cuando
el anochecer desciende con su cauda de luceros sobre los peñascos y los árboles,
la luna acaricia con su luz la gigantesca figura dormida que desde hace muchos
siglos permanece guardando nuestras vidas, nuestras esperanzas y nuestros
sueños, pero también, dando pie a nuestra imaginación para seguir tejiendo
leyendas y consejas alrededor de su silueta inconfundible y hermosa, recortada
en el horizonte azul de nuestro hermoso cielo.