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martes, 30 de junio de 2015










DISEÑO GENÉTICO O JUGAR A SER DIOSES...




La disolución de fronteras es el reto de este pionero del 'bioart'


Eduardo Kac diseña complejidades físicas y relacionales que vuelven imposibles las fronteras que separan lo real de lo virtual, lo biológico de lo tecnológico. 


Muchos de los artistas que trabajan alrededor del discurso de la ciencia y el desarrollo tecnológico, lo más interesante no es lo que la tecnología nos permitirá hacer, sino lo que ella nos hace a nosotros; de qué manera nos cambia y cómo proyectamos sobre ella nuestros deseos, miedos y esperanzas. 

En 1999 no había una tecnología tan simbólica -y tan terrorífica- como la transgénica. Tres años antes, el instituto real de Escocia había presentado ante el mundo a Dolly, el primer mamífero clonado, creando un debate internacional sobre los conflictos éticos que se abren al poder duplicar organismos.


Eduardo Kac (Río de Janeiro, 1962), un artista brasileño afincado en Estados Unidos que había realizado un trabajo pionero sobre el concepto de telepresencia -la comunicación “corpórea” a distancia a través de redes de comunicación-, abre el debate acerca de las implicaciones artísticas de la era genómica. Ahora que podemos manipular la materia original de la vida es necesario que ésta se convierta también en código para el arte.

Entre el arte y el sensacionalismo

Génesis, de 1999, su primera incursión en este territorio, es una declaración de principios sobre la posición del artista en esta encrucijada: el artista traduce a Morse y después “escribe” en una cadena genética un versículo de la Biblia: “Que el hombre domine a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra”. Al año siguiente, Kac inicia el proyecto que le otorga fama mundial y origina una polémica sensacionalista que rivaliza en impacto con la oveja Dolly. Es la historia de Alba, el conejo fluorescente.


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