La noche de San Juan
En la noche de San Juan millones de hogueras se encienden alrededor del mundo lanzando su cántico de fuego a la Luna. Todas las culturas y pueblos celebran el solsticio que da comienzo al verano, desde el Antiguo Egipto hasta el Lejano Oriente o el mundo celta de los druidas. Es la noche mágica por excelencia, de los milagros y de las curaciones; la noche del amor, en la que todos los ritos y encantamientos son pocos para conseguir todo aquello que se desea.....Con la llegada del solsticio de verano -en el hemisferio norte- los días se alargan y se antojan más calurosos, ya que el sol se posiciona en el punto más alto del firmamento, ofreciendo sus preciados rayos, creadores de vida. No es de extrañar que se conmemore este fenómeno astrológico con festejos de profundas raíces mitológicas.
Es en la Festividad de San Juan, también conocida como la Noche de San Juan, donde a lo largo de Europa, sobre todo en España, se encienden hogueras utilizando el fuego como elemento purificador. Aunque la noche más corta del año es el 21 de Junio, las hogueras de San Juan arden durante la noche del 23 al 24. Siendo una festividad pagana -con arraigada tradición histórica-, debe su nombre al cristianismo. Hoy en día, quienes la celebran lo hacen con intencionalidad opuesta a su sentido original, homenajear al sol. Pero no sólo en la cultura europea se contempla el festejo del solsticio, también en otras civilizaciones, como la Inca, se adoraba la salida del astro rey y los beneficios que regalaba éste durante los meses de verano.
Esta es una fecha en la que numerosas leyendas fantásticas son unánimes al decir que es un período en el que se abren de par en par las invisibles puertas del “otro lado del espejo”: se permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados; se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, ensalmo o maldición; braman los cuélebres (dragones) y vuelan los “caballucos del diablo”; salen a dar un vespertino paseo a la luz de la Luna seres femeninos misteriosos en torno a sus infranqueables moradas; afloran enjambres de raros espíritus duendiles amparados en la oscuridad de la noche y en los matorrales; las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen el guante; las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las despose; las plantas venenosas pierden su dañina propiedad y, en cambio, las salutíferas centuplican sus virtudes (buen día para recolectar plantas medicinales en el campo); los tesoros se remueven en las entrañas de la Tierra y las losas que los ocultan dejan al descubierto parte del mismo para que algún pobre mortal deje de ser, al menos, pobre; el rocío cura ciento y una enfermedades y además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo; los helechos florecen al dar las doce campanadas...
Una historia cuenta que en el día que nació SAN JUAN EL BAUTISTA, su padre Zacarías recupero la voz, tras haberla perdido al dudar de que su mujer estuviera embarazada puesto que el Arcángel GABRIEL ya le había advertido del suceso.
La festividad de San Juan Bautista es el día 24 de Junio, (muy cercano al solsticio de verano, alrededor del 21 de junio), en España es una festividad de celebración múltiple en muchos pueblos, incluso es sacada su figura en procesión en algunos lugares
Muchos son los rituales propios de la noche de San Juan, la víspera del 24 de Junio, pero todos giran en torno al ensalzamiento del fuego. De hecho, este es el festival del fuego por antonomasia, el rey de los festivales del fuego hasta el extremo de que el culto pagano del fuego y las hogueras, se han conservado más que en otras fiestas, y la costumbre popular ha mantenido su práctica incluso dentro del mismo cristianismo, aunque éste no ha podido dar una explicación religiosa convincente de dicho hábito. El gran protagonista de la Noche de San Juan es el fuego, cuyo fin no sólo es rendir tributo al sol, sino también purificar los pecados del hombre.
Antiguamente se realizaban fogatas reducidas en las que se calentaban papas o batatas, que luego eran ofrecidas a los asistentes para así asegurarles alimento suficiente durante todo el año. También se arrojaban a las llamas ropas viejas, papeles, y cualquier objeto que representara un mal recuerdo, y así se exorcizaban los malos sucesos de los doce meses anteriores.
Otra costumbre relacionada con la Noche de San Juan es la caminata sobre el fuego. Los devotos preparan caminos de brasas de dos metros de largo por un metro de ancho y caminan descalzos sobre ellos sin sufrir daños. La celebración es acompañada con bailes, comidas y bebidas.
Realmente la noche del solsticio es la del 21 de Junio aunque la Iglesia la ha adaptado a la festividad de San Juan.
Muchas son las creencias que se relacionan con esta mágica noche, e incontables las tradiciones con las que se la celebra, entre las que podemos destacar las siguientes:
Según se cree, en el exacto momento en que el sol ilumina el amanecer del día 24, las aguas de fuentes y arroyos están dotadas de poderes especiales para curar y brindar protección a la gente.
Quien se baña en el rocío que cae esa noche quedará protegido durante todo el año.
Meterse desnudo y de espaldas al mar, mirando la luna, permitirá a quien lo haga obrar ciertos prodigios.
Quien se coloca debajo de una higuera con una guitarra en sus manos puede aprender a tocarla de forma inmediata.
Los solteros y solteras que al comenzar el 24 se asomen por la ventana de su casa verán pasar al amor de su vida.
Si se quema un papel donde se haya escrito aquello que se quiera olvidar, se puede lograr bienestar por todo el año.
Si una mujer se mira desnuda y de espaldas en un espejo, a media noche y con la luz de una vela, verá el momento de su muerte.
Quien madrugue el día 24 no pasará sueño el resto del año.
En Andalucía al igual que en Canarias, España, se hacen hogueras con un pelele (muñeco de trapo similar a un espantapajaros) denominado "Jua" (quemar el Juan), (noche de los juanes)y en las zonas costeras el rito se hace cerca de la orilla del mar, con peticiones y promesas de muy diversa índole.
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