Personal del Museo Rubén Herrera encontró unas inexplicables huellas el pasado martes 4 de noviembre lo que parecían ser huellas, justo frente al altar de muertos que levantaron en honor al hijo del artista, Mario Herrera.
El cuarto habría estado cerrado toda la noche, lo que incrementó el misterio. Las huellas correspondían a dos tipos de pisadas y eran notorias debido a la cal con la que se había hecho una cruz en el suelo.
Personal del recinto y de la Dirección de Turismo de Saltillo comentó que éste no es un hecho aislado, pues desde hace tiempo que en los monitores de las computadoras aparecen marcas de manos que, por el tamaño, parecen ser de un niño.
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