Que llueva, que llueva
Sin duda que de las mercedes que la Virgen de la Cueva otorgó a los vecinos de la parroquia de Ques, no fue el menor el de la lluvia en tiempos de sequía. Con su imagen al frente se hacían rogativas y la fe del creyente las tornaba eficaces. Ni las letanías ni las deprecaciones pronunciadas ante la imagen incluían el famoso “Que llueva, que llueva // la Virgen de la Cueva//” etc. Con su aire alegre y festivo, tiene más de conjuro infantil que de ferviente oración. Es creencia común en Piloña que esta cancioncilla tiene su origen en la Virgen de la Cueva piloñesa. El caso es que disputan su cuna otros distantes santuarios de la Virgen de la Cueva, especialmente el de Altura, junto a Segorbe (Castellón), el de Oroel, cerca de Jaca y el de Esparragosa de Lares, en Badajoz. En Altura cuentan que uno de los milagros más famosos de la Virgen sucedió en 1726, cuando al día siguiente (27 de febrero) de sacarla en procesión los vecinos de esa zona castellonense, otorgó que lloviera y nevase, paliando así la sequía que los aquejaba. De ese acontecimiento, aseveran, tuvo principio la canción "Que llueva, que llueva, la Virgen de la cueva..." Los títulos que acreditan las pretensiones de la Virgen de la Cueva de Oroel consisten en que en toda la superficie de la gruta excepto en la parte que ocupa la capilla y el enrejado exterior, rezuma del techo un incesante goteo a modo de persistente lluvia. En Esparragosa de Lares simplemente consideran que la canción nació allí, en torno a su modesto santuario, actualmente en estado de renovación.
Desde luego que la razón puede asistir a todos porque las canciones populares nacen, en cierto modo, en todas partes ya que un día comienzan a oírse y nadie sabe de donde proceden. Además, en cada lugar en que suenan ofrecen variantes autóctonas que pueden llegar a coincidir con otras variantes geográficas sin que hubiera habido contacto entre una y otra fuente. Puede decirse que un buen día experimenta un nacimiento múltiple una canción popular.
Pero ¿qué hay de esta famosa canción? Primero, que está extendida por toda España y gran parte de la América de habla española; segundo que es una canción infantil de carácter folklórico, del género que los expertos denominan “retahíla” Las retahílas son pequeñas piezas poéticas en las que se adivina que la percepción del mundo que tienen los niños dista un abismo de la adulta: versos “incomprensibles” para un adulto, porque no se organizan en torno a un significado simbólico, sino que lo hacen buscando el ritmo, el gesto, la libre asociación fónica, convirtiéndose así en juguetes orales al servicio de esa comprensión diferente de la realidad. La retahíla es universal y parece tener sus correspondencias en cada cultura: las hispánicas son parientes directas, por ejemplo, de las “comptines” francesas, de las “lengas lengas” portuguesas, o de las “filastroche” italianas. Muchos de estos poemitas tienen la facultad de encerrar ocultos bajo las siete llaves del sinsentido oscuros significados ancestrales, fragmentos de información sobre formas culturales pretéritas cuyo significado global resulta difícil alcanzar. En el caso de nuestra cancioncilla, una de las variantes proporciona los siguientes extraños versos “Que llueva, que llueva // la vieja de la cueva //”. No conviene olvidar que la Diosa Madre neolítica tuvo, en parte, como su sucesora en el mundo clásico, a la diosa Deméter a la que, a veces, se la representaba como una anciana y se la reverenciaba en profundas cavernas. Representada como una vieja era también la Parca (triada de diosas femeninas del destino a cuyo poder estaban sometidos dioses y hombres); también la Parca era una proyección evolucionada de aquella, diosa primitiva, confusamente recordada en tiempos posteriores. Igualmente rica en informaciones y simbolismos notables es la versión siguiente “Que llueva, que llueva, // que mi padre está en la cueva // con un caballito blanco // alumbrando todo el campo.” Otra curiosa variante, bastante repetida y que recoge Martínez Agosti en el Perfil de Piloña es “Que nieva, que nieva //” Desentrañar la significación y simbolismo de imágenes visionarias tan poderosas como las que contienen estos poemillas nos apartaría notablemente del tema, lo mismo que explicar las interferencias del inconsciente colectivo que inciden en el proceso creador infantil. Pero a poco que observemos, la retahíla se revela como un texto que, tras su irracionalidad, esconde la vinculación del mundo infantil con una serie de hitos folklóricos que la comunidad adulta dio por definitivamente perdidos hace mucho tiempo. De este modo, puede decirse que los niños conservan la confianza en el poder mágico de la palabra cuando, con ella, intentan exorcizar la enfermedad o la herida: “Sana, sana, // culito de rana //”; o a conjurar el miedo a la muerte, al más allá, como hacen las niñas que, todavía hoy, cantan “Al pasar la barca, // me dijo el barquero: // -La niñas bonitas // no pagan dinero//”, ajenas a la identidad del barquero con Caronte y a que su dinero es el pago por alcanzar la otra orilla de la Laguna Estigia en el más allá; o ensayan controlar los fenómenos naturales: “Que llueva, que llueva, // la Virgen de la Cueva”; o buscan neutralizar los efectos indeseados de una climatología adversa y trocar sus efectos: “Que llueva, que llueva // […] los pajaritos cantan, // las nubes se levantan // que caiga un chaparrón // de azúcar y turrón //”. Y no cabe la menor duda de que el poder o la protección y amparo que se obtengan serán tanto más eficaces si la retahíla, la canción, invoca a la Virgen María, a Nuestra Señora de la Cueva.
EL SANTUARIO DE LA CUEVA
El Santuario ejerció en el pasado y ejerce en el presente un poderoso influjo aglutinador sobre la población piloñesa. A la Virgen de la Cueva se acude en romería pública y en peregrinación privada. Al Santuario llegaron reyes, príncipes y santos, obispos y patriarcas, y en él fueron acogidos y celebrados por el pueblo piloñés. En el entorno del Santuario este mismo pueblo se reúne con motivo de fiestas populares,romerías, concursos, competiciones deportivas, festivales,pero también por cumplir ante la Virgen con propósitos personales: bodas, promesas, expresiones de gratitud por los favores recibidos, visitas y oraciones… En el campo de los peregrinos se reúnen familias, pandillas, grupos de amigos y vecinos para conversar, comer de campo o sencillamente para disfrutar de la mutua compañía, del ambiente y del paisaje.
Con el Santuario como centro expresa el pueblo piloñés la solidaridad en las necesidades y aúna esfuerzos para solucionar las dificultades que trae la vida, especialmente aquellas que afectan a la continuidad y mantenimiento de la institución que es la Cueva. En este año de 2009 un pleno del Ayuntamiento de Piloña aprobó por unanimidad la declaración de la Virgen de la Cueva como patrona de Piloña y no será arriesgado proclamar que ni un solo piloñés esté en desacuerdo con esta decisión y con la solicitud al Arzobispado para que otorgue el correspondiente título y se proceda a la solemne proclamación. Pero no solo a los piloñeses atrae y une la Virgen de la Cueva. Al Santuario acuden, atraídas por su nombre y virtud, por la Virgen y por el entorno, además de los piloñeses, gentes de otras tierras y latitudes. Llegan en grupo, en viajes organizados, otros acuden en familia, con amigos o solos.
Los atrae el afán de la oración o el impulso de la curiosidad y la certeza de acceder a un lugar sagrado, a un paraje de privilegio.
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