En el denominado año del caballo los germanos casi siempre han llegado a la final de los campeonatos mundiales. Ocurrió en 1954, 1966, 1990, 2002 y 2014.
La tradición cuenta que el calendario chino comenzó luego que Buda se retirara a meditar, en los últimos días de su vida, a una selva para estar en contacto con la naturaleza. Para despedirse llamó a 12 animales que fueron, según su orden de llegada, la rata, el buey o búfalo, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el perro, el gallo y el jabalí.
Aunque la procedencia exacta del calendario chino no está muy clara, la hipótesis más extendida es que alrededor del año 2637 A.C. los chinos establecieron un calendario con 12 meses lunares, que constan generalmente de 29 a 30 días (cada tres años, aproximadamente, se intercala un año que tendrá 13 meses lunares en vez de los 12 que corresponderían normalmente, para proceder al ajuste del ciclo lunar al solar).
La cuestión es que los chinos crearon un ciclo de 60 años que contiene doce animales, cada uno con cinco posibles elementos (metal, agua, madera, fuego y tierra), las cuales son modificadores de la personalidad animal con una posibilidad de hasta 60 combinaciones. Cada animal, se supone, influencia en forma diferente al mundo y a las personas que nacieron ese año.
Pero ¿Qué relación tiene este calendario oriental con la historia de los mundiales de fútbol? Pues que, a la luz de los resultados, ciertas selecciones tienen bastante más probabilidades de llegar a la final del campeonato si ciertos animales caen en el mismo año en que se disputa la copa del mundo.
El caso más increíble de esto es Alemania. Los teutones obtuvieron su primer título en Suiza tras ganarle a Hungría, en el mundial disputado el año 1954 (según los chinos, el año del caballo de madera). 12 años, después, en el Mundial de Inglaterra 1966 (el año del caballo de fuego), los alemanes llegaron de nuevo a la final, pero los británicoss les arrebataron el título con el famoso gol viciado del inglés Geoff Hurst, en el que la pelota no traspuso la línea.
Esta cadena sólo se cortó en el Mundial de Argentina de 1978, año del caballo de tierra, donde ganaron los dueños de casa y los alemanes sólo obtendrían el tercer puesto. Sin embargo, en 1990, año del caballo de metal, los alemanes tendrían su revancha: obtuvieron su tercer título del mundo tras ganarles ajustadamente a la selección argentina de Diego Maradona con un penal ejecutado por Andreas Brehme. En el siguiente año del caballo, en el 2002 (año del caballo de agua), los alemanes inscribieron de nuevo su nombre en la final del Mundial de Corea-Japón, final donde cayeron ante el Brasil de Ronaldo.
Este año 2014, año del caballo de madera, a 60 años (el mismo ciclo de los chinos) de su primer título mundial, increíblemente este animal pareció favorecer de nuevo a la “mannschfat” germana: los alemanes, gracias a un rendimiento superlativo (y tras humillar 7 a 1 a Brasil en la semifinal e instalar a su delantero Miroslav Klose como máximo anotador de la historia de los mundiales) llegaron de nuevo a la final del torneo, final que disputarán con la selección de Argentina, equipo que casualmente también se apronta a disputar su tercera definición mundial en un año del Caballo (antes lo hicieron en 1978 y 1990).
Esta afinidad de ciertos equipos con ciertos animales del calendario chino se aplica también a otras selecciones. Italia, por ejemplo, siempre se ve favorecida por la llegada del año del Perro, lo que le significó haber llegado a la final del Mundial casi siempre que el calendario chino era regido por este animal. Ocurrió en 1970 (en el Mundial de México, donde cayó ante Brasil en la final), en 1982 (en el Mundial de España, donde ganó el título), en 1994 (donde cayó en la ronda de penales ante Brasil) y en el año 2006 (donde se tituló de nuevo campeón, tras imponerse a Francia).
Por supuesto, muchos sostienen que estos datos esotéricos son sólo coincidencias o meras pamplinas y que los rendimientos de las selecciones dependen única y exclusivamente del momento y la calidad de los jugadores, además de la sapiencia y rigurosidad de sus entrenadores. Sin embargo, para rematar esta nota, bien vale entregar un último dato. Cada vez que un Mundial de fútbol se disputó en el año del Tigre, Chile casi siempre clasificó entre las selecciones participantes. Ocurrió así en Brasil 1950, Chile 1962, Alemania 1974, Francia 1998 y Sudáfrica 2010. Los más exagerados afirman que, entonces, de acuerdo a este dato, nuestro país debería clasificar sin problemas para el Mundial del año 2022, independiente del técnico.
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